miércoles, 15 de abril de 2015

Ideología de la ideología de género, o cómo aprovecharse de un papa para llevar agua al propio molino

El Papa comenzó hoy a dedicar sus catequesis de los miércoles a la cuestión de varón y mujer, de la matrimonialidad, la diferencia, etc. Son enseñanzas muy sencillas, casi obvias, pero muy ricas porque con su habitual cotidianeidad en el hablar, consigue "bajar" algunas imágenes bíblicas muy potentes (como la del ser humano creado a imagen de Dios), a la comprensión de los peregrinos que -muchas veces bajo la inclemencia del tiempo- lo están oyendo en ese mismo momento.
Esto es, en cierto sentido, una gran novedad. Si comparamos las catequesis de los miércoles de Juan Pablo II sobre el mismo tema (catequesis entre septiembre de 1979 y noviembre de 1984) no hay duda de que llega a hacer una verdadera y perdurable teología... sin embargo dudo de que el que estuviera escuchando en ese momento entendiera algo de lo que el Papa estaba en ese mismo momento diciendo. Digamos que lo de Juan Pablo II era una teología, mientras que lo de Francisco es una muy sencilla explicación catequética para el momento en que se produce. Las dos cosas cumplen funciones definidas e importantes (aunque a algunos nos pueda parecer mucho más adecuado al contexto lo de Francisco que lo de Juan Pablo II).
Todo esto implica que, aunque lo que dice Francisco está teológica y bíblicamente fundado, no debería uno sacarle demasiada punta, porque la elaboración misma de las charlas está subordinada a la sencillez e inmediata captación, no a la búsqueda de profundidad ni, diría, enorme trascendencia: procura más bien un concepto claro que la gente se pueda llevar, como se lleva los evangelios de bolsillo y devocionarios que el mismo Papa hacer regalar en esas ocasiones.
Hablar de la diferencia varón/mujer como lo hizo hoy invita a confrontar con la llamada «ideología de género», uno de los aspectos más omnipresentes y acríticamente desparramados en Occidente, y con la que ese mismo público que lo estaba escuchando se las tiene que ver uno y otro día. Sin embargo el Papa apenas aludió a ello, y lo hizo, no en tono confrontativo, sino con mucho respeto. El párrafo dice:
«La cultura moderna y contemporánea ha abierto nuevos espacios, nuevas libertades y nuevas profundidades para el enriquecimiento de la comprensión de esta diferencia. Pero también ha introducido muchas dudas y mucho escepticismo. Por ejemplo, yo me pregunto si la así llamada 'teoría del género' no es también expresión de una frustración y de una resignación que apunta a cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con ella. Nos arriesgamos a dar un paso atrás.»
No habló de «ideología de género» sino de «teoría del género», como en realidad corresponde hacer, ya que es su auténtico nombre, y no confrontó radicalmente, no "condenó", "alertó", ni "mostró una serie de preocupaciones que se derivan de ella", ni nada de todo eso que no puede resolverse en un párrafo... se hizo una pregunta: no cuestionó sino que SE cuestionó, y no habló de un tercero fuera de la plaza, sino en primera persona, como una teoría en la que, lo sepamos o no, estamos inmersos, porque es una de las marcas de nuestra época; y lo hizo ante todo valorando primero los logros de la época, antes de dejar caer su (auto)cuestionamiento.

No habló tampoco de ningún «plan de Dios», sino (lo más parecido que dice) de un «designio de Dios», al cual no lo identifica con la diferencia de sexos, sino que en realidad deja entender (si uno quiere elaborar un poco teológicamente lo que dice, aunque él no lo hace) que el designio de Dios tiene como uno de sus elementos, esa diferencia:
«De aquí viene la gran responsabilidad de la Iglesia, de todos los creyentes, y ante todo de las familias creyentes, para redescubrir la belleza del designio de Dios también en la alianza entre el hombre y la mujer.» (el destacado es mío)
No es el designio DE la alianza entre varón y mujer, sino el designio que se manifiesta EN esa alianza. El designio de Dios -que es único- trasciende los modos en que se manifiesta, y permite una gran creatividad y libertad por parte del hombre para descubrir ese designio y hacerlo propio.

Muchos utilizan la expresión "plan de Dios". Sin embargo es una expresión bastante impropia, y teológicamente problemática y peligrosa (como muy humorísticamente muestra el chiste gráfico que ilustra este post). Es verdad que en el Antiguo Testamento a veces Dios habla de sus "planes", pero en general la palabra «plan» se utiliza preferentemente para las maquinaciones de los malvados (Sal 33, Jeremías 18,23, Isaías 8,10, etc), mientras que, aplicado a Dios, equivale a los "caminos de Dios", trayectorias, andares, no arquitecturas cerradas que el hombre tiene que repetir (como es nuestra noción espontánea de «plan»).
En el Nuevo Testamento alude muy indirectamente a la idea de «plan de Dios», en las expresiones «voluntad de Dios» (Lc 7,30) o «economía divina» (1Tim 7,4); en ambos caso se puede traducir como «plan», mientras entendamos que no se refiere a un modelo trazado que los demás (nosotros) tienen que repetir, sino a un modo de moverse Dios mismo en el mundo, acorde con su interés salvífico por el hombre, siempre frustrado por nuestro pecado, y retomado por Dios con un cambio en los «planes maestros», que deja intacto el «misterio de su voluntad»: conseguir que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza (Efesios 1,9-10)

No hay nada en el Nuevo Testamento, ni en la Biblia en general, que suponga la idea de quienes predican que nosotros tenemos que realizar ciertas cosas rigurosamente predichas (y que por lo tanto el pecado consistiría en irse del molde trazado); al contrario: a eso Pablo lo llamaba "vivir según la Ley", y lo consideraba contrario a la libertad en Cristo, y por tanto contrario al designio divino.

Porque hay, sí, un designio de Dios, que se realiza en el actuar del hombre, y también a pesar del actuar del hombre: quien vive de cara a ese «misterio de su voluntad», ya ha entrado en la dimensión de la fe, y por tanto de la salvación, y quien se niega a percibir el «misterio de su voluntad» es invitado una y otra vez a hacerlo, que para eso está este tiempo: para invitar, no para evaluar los planes y sus resultados.

Ahora vayamos a lo que motiva el título de esta nota: leo hoy en Aciprensa que el Papa dice que «la Ideología de género contradice el plan de Dios», e incluso pone entre comillas la expresión «ideología de género», como si fueran palabras del Papa, cuando leyendo la catequesis se nota precisamente la delicadeza del Papa al evitar esa expresión. También en Infocatólica se se dice que «El Papa afirma que la ideología de género es expresión de una frustración que busca borrar la diferencia sexual», cuando, como hemos visto, no sólo no habla de la «ideología de género», sino que evita «afirmar» y más bien «se pregunta». Mientras que Infovaticana convirtió la autopregunta del Papa en una afirmación, aunque -todo hay que decirlo- fue por esta vez la más moderada de este grupo casi unísono, ya que no habla de «ideología de género», ni de «plan de Dios», y es la única de las tres que reproduce el discurso entero tal como lo dijo el Papa.